Los retos de hacer viable la mayor planta fotovoltaica sobre cubierta de América Latina, instalada en Brasil

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En Contagem, en la región metropolitana de Belo Horizonte, estado brasileño de Minas Gerais, el tejado de 55.000 metros cuadrados de Tambasa Atacadista ha dado paso a la mayor planta fotovoltaica de América Latina instalada en un tejado, según SolarVolt, el integrador minero responsable del proyecto. Con 3,5 MWp de potencia instalada, el proyecto cuenta con 10.000 módulos fotovoltaicos que generan unos 400.000 kWh al mes, suficientes para abastecer a unos 1.400 hogares con un consumo medio de 300 kWh mensuales.

En una entrevista concedida a pv magazine, el socio fundador y director comercial de SolarVolt, Gabriel Guimarães, explicó cómo evolucionó el proceso comercial con el Grupo Tambasa, uno de los principales mayoristas de Brasil. “Iniciamos nuestra relación con el Grupo Tambasa tras un primer proyecto de generación distribuida (GD) con una potencia de aproximadamente 300 kWp en el tejado de uno de los Centros de Distribución del grupo en el municipio de Montes Claros, situado al norte del estado. Con los resultados esperados del proyecto, empezamos a explorar otras posibilidades dentro de las unidades del grupo”, explica.

La unidad de Contagem, sede de la empresa, ya tenía un contrato de energía a medio plazo en Mercado Libre, por lo que, en aquel momento, no tenía sentido centrarse en la autoproducción debido al contrato ya en vigor. “Pero el edificio de la sede de Tambasa tenía un activo muy importante, un tejado grande, muy robusto, construido con tejas de hormigón que soportaban mucha carga, así que se nos ocurrió la idea de crear un proyecto similar a un huerto solar, pero en el tejado”, explica Guimarães.

La planta solar como inversión
SolarVolt solicitó a la concesionaria de energía una conexión cautiva, exclusiva para la planta, y el inversor en este proyecto fue el Grupo Tambasa, propietario del inmueble, que también se convirtió en propietario de la planta solar. A partir de este proyecto, el Grupo Tambasa empezó a generar ingresos adicionales en el mismo emplazamiento.

Guimarães explica que “el contrato de ML no se rescindió y dimos prioridad a la GD sobre tejado porque es más rentable y porque no tiene límite de tiempo, incluso con vistas al cambio de legislación en 2023”. La planta, cuya explotación está externalizada, se concibió como una inversión alternativa, para dar un rendimiento financiero al grupo y, al mismo tiempo, generar energía solar para los proveedores, clientes y empleados del mayorista.

El director de SolarVolt nos habla de los retos de instalar una central solar sobre tejado en América Latina. Con una altura de casi 30 metros, fue necesario utilizar grúas y escaleras para elevar los módulos y otros materiales. Además, debido al estado del tejado, se utilizó una estructura de fijación a medida fabricada por GS2. Los otros proveedores de la planta fueron WEG, con los kits fotovoltaicos y los inversores, y los módulos BYD de 340 Wp. La planta se montó en cinco meses y el equipo de instalación estaba formado por 30 personas.

Guimarães explica que el proyecto se diseñó para obtener un rendimiento de la inversión del 20% de TIR real. Sin embargo, el principal obstáculo, según el ejecutivo, fue el retraso de unos meses en la conexión de la planta por parte de Cemig, la distribuidora que atiende a la mayor parte de Minas Gerais. “Desde el principio, solicitamos una licencia de acceso a la concesionaria y se esperaba que estuviéramos conectados en junio. Sin embargo, fue necesario realizar obras en la red de distribución, que Cemig entregó con retraso y el sistema no se conectó hasta finales de septiembre. Este ha sido un problema frecuente en Cemig y otras distribuidoras de Brasil”, afirma el ejecutivo.

SolarVolt dice que viene buscando una solución técnica viable con la distribuidora a través de las asociaciones del sector, pero que estas empresas se vienen amparando en el artículo 73 de la Resolución Normativa 1.000 para negar las conexiones con la excusa del flujo inverso, que es algo inherente al sistema de generación distribuida. “Hoy, la mitad de nuestros proyectos tienen problemas con Cemig y esta actitud está entorpeciendo el avance de los proyectos en el mercado solar y sacando mucho dinero de la economía. Cuando un consumidor instala un sistema solar y reduce sus costes de electricidad, libera dinero de su tesorería para reinvertirlo en la economía local o en su propio negocio. Impedir las conexiones obstaculiza la economía”, concluye Guimarães.

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