El análisis es de la Asociación Brasileña de Energía Solar Fotovoltaica (Absolar), considerando el valor de 444 reales/MWh (85,4 dólares/MWh) negociado por las plantas térmicas en la subasta y los 178 reales/MWh (34,2 dólares/MWh) de la fuente solar en la última subasta A-4. No hubo descuento en la contratación de los tres ganadores de la subasta térmica – en comparación con la reducción del 20% de la solar en relación con el precio máximo de 225 reales/MWh (43,2 dólares/MWh).
El gobierno federal contrató 743 MW de plantas de gas natural en la Subasta de Capacidad de Reserva, celebrada el pasado 30 de septiembre. Si el volumen de energía contratado por la subasta, de 670 MW promedio, fuera atendido por nuevas plantas solares, se agregarían 2,7 GW de energía a la matriz eléctrica brasileña, atrayendo 10 mil millones de reales, un volumen 5,8 mil millones de reales (1,1 mil millones de dólares) superior a las contribuciones generadas por las plantas termoeléctricas.
El director técnico-regulador de Absolar, Carlos Dornellas, destaca que las empresas fotovoltaicas tienen precios altamente competitivos, que ayudan a reducir la factura de la luz de los brasileños. “Tampoco utilizan agua y evitan las emisiones de contaminantes y gases de efecto invernadero, además de ser ágiles y versátiles para entrar en funcionamiento, necesitando menos de 18 meses desde la subasta hasta la puesta en marcha de la generación eléctrica”, señala.
La competencia exclusiva para las centrales térmicas de gas es el resultado del “jabuti” -una enmienda no relacionada directamente con la propuesta original- insertado en la Ley 14.182/2021, que hizo posible la capitalización de Eletrobras. La enmienda determina la contratación de 8 GW de centrales termoeléctricas en todas las regiones del país, anclando la expansión de la red de gasoductos a nuevos territorios.
Para el director general de Absolar, Rodrigo Sauaia, la contratación de energía termoeléctrica fósil y contaminante, a precios dos veces superiores a los de las renovables, es un disparate y un retroceso para Brasil. “Es una oportunidad perdida que grava al consumidor brasileño y no genera los hasta 81.000 nuevos empleos que el sector solar podría aportar al país”, comenta.
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