La Energy Partnership Chile-Alemania, iniciativa entre los Ministerios de Energía de ambos países, implementado por la Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ) en Chile, ha elaborado un estudio comparativo que identifica los esquemas de certificación aplicados en Europa que son relevantes para la producción e importación de hidrógeno verde y sus derivados.
El estudio tiene en cuenta los criterios de sustentabilidad desde una fase temprana y podría servir como una orientación para los desarrolladores de proyectos, así como para instituciones gubernamentales, empresas encargadas del proceso de certificación y otras partes interesadas para poder garantizar el éxito de la implementación y operación de proyectos de hidrógeno verde, según informa en su página web la Revista energética de Chile.
El estudio, que asegura que en la actualidad existe un número limitado de esquemas de certificación de hidrógeno, algunos implementados y otros en estado de desarrollo, analiza además otros esquemas de certificación no dedicados específicamente al hidrógeno, pero que podrían ayudar a definir criterios de sustentabilidad que pudieran considerarse en el proceso de certificación, analizando su cobertura y la relevancia a lo largo de toda la cadena de valor del hidrógeno verde y sus derivados.
En el caso de la Directiva Europea RED II (Renewable Energy Directive), que define directivas para la certificación del hidrógeno y sus derivados en Europa, incluye requerimientos en relación con el aporte de electricidad renovable, en particular la adicionalidad, correlación temporal y geográfica. Además, a partir de las directivas de la RED II existen esquemas voluntarios de certificación que incluyen, en diversos grados, otros criterios medioambientales y socioeconómicos, aunque por el momento sólo para los biocombustibles.
Otros muchos criterios de sustentabilidad relevantes que se identificaron en el estudio no están cubiertos por los esquemas de certificación de hidrógeno. Sin embargo, la sustentabilidad de los proyectos no sólo depende de la fuente de energía utilizada en el proceso de producción, y no sólo debiese medirse en kilogramos de CO2 por tonelada de hidrógeno producido, sino que es necesario profundizar aspectos como los criterios ambientales, de abastecimiento/consumo de agua, desarrollo económico social y local, así como de condiciones comunitarias y laborales.
La caída de los costes de los electrolizadores, impulsada por las economías de escala, el aumento de la automatización de la producción y la modularidad de estos sistemas, hará que el hidrógeno verde tenga un coste competitivo con sus variantes alimentadas por combustibles fósiles en una docena de mercados para 2030, según WoodMac. Chile y Brasil liderarían la carrera por el hidrógeno verde asequible.
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