El BID incorpora la perspectiva de género en la financiación de proyectos que incluyan electricidad para usos productivos

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En la gran mayoría de los países de América Latina y el Caribe, la Covid-19 tuvo un fuerte impacto. En Bolivia, el Producto Interno Bruto (PIB) del país tuvo una tasa de crecimiento negativa del 6,2% y alrededor de 16,8% de la población cayó en pobreza extrema como consecuencia de la pandemia.

Sergio Ballón, Especialista en Energía en la División de Energía del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) basado en La Paz, Bolivia, analiza en un artículo cómo la respuesta necesaria y urgente a los múltiples impactos de la pandemia en el país presenta una oportunidad para planificar e implementar medidas integrales para que la recuperación económica sea sustentable y atienda las necesidades de los grupos más vulnerables, los cuales se han visto desproporcionalmente afectados por los efectos de la crisis, en especial las mujeres. En Bolivia, la participación de las mujeres en la fuerza era 22 puntos porcentuales menor que la de los hombres en 2017 (57 y 79 por ciento, respectivamente). Sin embargo, estas brechas se han intensificado como resultado de la pandemia.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) encontró que, a nivel mundial, las mujeres se han visto más afectadas por la pérdida de empleo y de ingresos en comparación con los hombres, además son más vulnerables a salir de la fuerza laboral. Por ello, la recuperación económica debe ser innovadora e inclusiva. Esta crisis nos ha demostrado que para el desarrollo de los países ya no es suficiente solamente el acceso a servicios básicos. Este debe venir acompañado de una generación de empleos inclusiva, en la cual se promueva que los pobladores de áreas rurales sean empoderados y puedan impulsar el aparato productivo.

Desde hace varios años, el BID financia y acompaña técnicamente proyectos de electrificación rural en Bolivia, a través de la expansión del acceso de la electricidad. Sabemos que esta es no es la única solución para promover el desarrollo, y por eso en el BID reconocemos que hay que ir un paso más allá. En este contexto, el siguiente paso que estamos implementado es el financiamiento de proyectos que faciliten que las personas aprovechen y se beneficien de la electricidad para usos productivos. Esto debe hacerse a través de la inclusión de las mujeres, de forma tal que los usos productivos – gracias al acceso a la electricidad limpia y sostenible – les permita dar un salto cualitativo en sus condiciones para generar ingresos.

“Para promover los usos productivos de la electricidad en las zonas en las que se financiaron proyectos de electrificación, primeramente, identificamos las necesidades de las personas para medir la potencialidad de este tipo de proyectos”, explica Ballón.

“En esta fase de diagnóstico encontramos que la correlación del uso productivo con la electricidad es una función casi directa. Es decir, los habitantes de áreas rurales hacen o viven de lo que su entorno inmediato le permite, lo que permite identificar las necesidades de apoyo”, añade.

El diagnóstico también evidenció las brechas de género. Las mujeres rurales bolivianas tienen poco acceso a oportunidades de empleo formal, el 80% trabaja en actividades agrícolas – en comparación con 72% de los hombres- y la mayoría de ellas trabaja en tierras que pertenecen a sus familias, sin recibir remuneración; esto incrementa su dependencia económica. Adicionalmente, estas mujeres tienen menor acceso a capacitación, asistencia técnica y créditos. En 2017, en Bolivia, solo 22% de las mujeres había ahorrado para comenzar, operar o expandir una granja o negocio.

Durante la fase de diseño, se realizaron proyectos en prácticamente todas las plataformas ecológicas de Bolivia, por medio del análisis de los tipos de proyectos productivos que pueden aplicarse, los productos principales a ser transformados con equipamiento eléctrico, el presupuesto necesario para su implementación, la sostenibilidad y las condiciones de las familias que cuentan con un potencial uso productivo.

Incorporar la perspectiva de género en el diseño de las actividades

Hoy en día se financian actividades vinculadas a los usos productivos de la electricidad en el sector lechero en el departamento de Oruro, el sector piscícola en el Chapare boliviano y el sector arrocero en los bajíos del departamento del Beni. Estos proyectos incorporaron la perspectiva de género en el diseño de las actividades, ya que los hombres suelen beneficiarse más de estas iniciativas que las mujeres como resultado de las dinámicas sociales asociadas al uso de la electricidad. Esto puede expandir o profundizar las brechas de género en el país. Gracias a la incorporación de la perspectiva de género la mitad de los beneficiarios directos de las actividades que han recibido financiamiento son mujeres.

Hasta la fecha se ha comprometido un millón de dólares para el financiamiento de estas actividades y se pretende beneficiar a más de 1.400 personas. El próximo paso es el financiamiento de un segundo paquete por un millón de dólares adicional para continuar impulsando el desarrollo rural sostenible con usos productivos de la electricidad como respuesta a la crisis del Covid-19 en 2021 y fortalecer las acciones de género para continuar avanzando en un desarrollo más inclusivo.

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