En concreto, el resultado de la adjudicación -una subasta de expansión que está planteada para el período 2027-2028-, fue de 33 plantas nuevas de generación, por un total de 4.489 MW, de los cuales 4.441 MW se adscriben a la energía solar y los 48 MW restantes están destinados a proyectos de biomasa, biogás y repotenciación de una central existente.
Si se tiene en cuenta que a principios de julio se anunció que la fotovoltaica había superado el gigavatio de capacidad instalada, en concreto casi 1.300 MW (ver La matriz de Colombia), con prácticamente la mitad de ellos instalados en el curso de este año, y que el objetivo del país es alcanzar los 6 GW renovables no convencionales para finales de 2026, este anunció de la Creg agrega un elemento más al clima claramente optimista que vive el sector solar colombiano.
¿Cómo ha llegado Colombia a este momento, más aún si se tiene en cuenta que hace apenas escasamente cuatro años tenía instalados sólo 71 MW fotovoltaicos?
La petulancia del agua
Un elemento para comenzar a explicar esta situación es sin duda la legislación, aunque no ha sido un camino sencillo. ¿El motivo? El gran desarrollo de la energía hidráulica que existe en el país, grandes y pequeñas represas mayormente realizadas en la segunda mitad del siglo pasado, una tecnología aún hoy responsable de cerca del 80% de la generación eléctrica.
«Petulancia», esa es la palabra que utiliza Carlos Yepes, quien viene organizando desde hace siete años la Exposolar Colombia (la próxima será en octubre próximo), para definir porqué recién a mediados de la primera década de este siglo el país empezó a poner el ojo en las llamadas Fuentes No Convencionales de Energía Renovable (FNCER). Así lo cuenta a pv magazine: «En Colombia había una petulancia de tener una matriz energética muy eficiente, pero la verdad es que era muy dependiente del agua. Recién en 2014 tomamos en serio el asunto, con la Ley 1715, que es la que propone una serie de incentivos para los sistemas de energía solar. En 2021 se la reforma y se le dice la ley de la transición energética, para apoyar otros factores energéticos, como el hidrógeno verde».
Un apunte debe hacerse aquí. Cuando se promulga la Ley 1715, que entre otros incentivos establece que los equipos y elementos nacionales o importados destinados a la producción de energía a partir de fuentes no convencionales estarán exentos del IVA (Impuesto al Valor Agregado), que en Colombia es del 19%, coincide con un momento conflictivo en el sector solar de España, con el Gobierno de entonces impulsando el llamado «impuesto al sol». «Eso hizo -agrega Yepes- que empresas, especialmente españolas que tenían una infraestructura muy importante vinieran a buscar mercado a América Latina».
La llegada de empresas con experiencia en el sector fue uno de los aspectos que se sumaron para que el mercado solar en Colombia adquiriera cada vez mayor consistencia.
A gran escala
En ese contexto empresarial, precisamente, hacia 2016 se creó Ser Colombia, una asociación que hoy reúne más de 90 compañías nacionales e internacionales, entre ellos, los más importantes jugadores del sector. Desde la asociación, refieren a pv magazine que el actual momento debe su robustez a «la implementación de políticas claras que han creado un ambiente propicio para la inversión en energías renovables; la estabilidad regulatoria ha sido fundamental».
También destacan que la articulación en todos los trámites y los procesos con las diferentes entidades de la administración ha sido a través de una mesa creada ad hoc que los facilita.
Sin embargo, desde Ser Colombia aseguran que hay un desafío que el sector enfrenta: «La lenta entrada en operación de los proyectos energéticos, el tiempo de inicio es demasiado largo».
En ese sentido, suman que, de acuerdo a análisis propios de datos reales de proyectos en trámite, «la entrada en operación demora entre tres y seis años, incluso para los proyectos de pequeña escala».
«Aproximadamente el 70% de ese tiempo se dedica a trámites con diversas entidades a nivel nacional y regional», aseguran.
Distribuida y residencial
Si bien se espera que en los próximos 5 años la generación a gran escala vaya a jugar un papel muy importante, el sector de la generación distribuida también se ve optimista con el futuro.
El sector ganó impulso en 2018, luego de la resolución 030 del Creg, que regulaba la autogeneración a pequeña escala (hasta 100 kW y la de sistemas fotovoltaicos y de renovables de una potencia entre 100 kW y 1 MW) y la generación distribuida.
Jan Kleyn cuenta a pv magazine que empezó con pequeñas instalaciones hace una década. A medida que fue creciendo el volumen de su trabajo se convirtió además en distribuidor, importando insumos, desde paneles a inversores. «Algo interesante es que ya prácticamente todos los proyectos dan rentabilidad, que era algo que no pasaba hace cinco años», describe.
Y si bien contempla que la situación general es buena, no piensa exactamente lo mismo del sector residencial, donde juzga que «es un poquito engorroso el tema de la interconexión».
Aunque plantea un punto nada menor: «Tradicionalmente, el sector eléctrico colombiano ha sido muy estable, con reglas de juego claras, tarifas predecibles a largo plazo, sin embargo, ahora el actual gobierno quiere participar de forma más directa en la regulación, quiere bajar las tarifas de energía, y esto ha creado desconfianza en inversionistas».
Ya en la despedida, no obstante plantear que considera altas las tasas de interés del mercado bancario -las cifra cercanas a un 15%-, lo que dificulta la financiación de los proyectos, no deja de mostrarse al igual que todos los consultados, optimista por lo que el mercado colombiano fotovoltaico tiene por delante.
La matriz de Colombia
En lo que va de 2024, Colombia prácticamente ha duplicado su capacidad instalada fotovoltaica. Pasó de cerrar 2023 con cerca de 675 MW a festejar -porque ese es el espíritu con que se ha tomado la noticia en el sector local- superar por largo el gigavatio al entrar el segundo semestre de este año.
Según datos suministrados a pv magazine por XM, el operador del mercado eléctrico colombiano, hasta el 9 de julio pasado la capacidad instalada efectiva fotovoltaica alcanzaba los 1.275,93 MW.
En concreto, el país logra esa capacidad total solar a partir de 81 proyectos en operación; además debe tenerse en cuenta que otros 12 proyectos solares están fase de pruebas con una capacidad conjunta de 557,47 MW.
Entre los proyectos más relevantes puestos en marcha este año debe destacarse el parque solar La Loma, de 150 MW, ubicado en el departamento de Cesar, de Enel Colombia, a través de Enel Green Power, la misma compañía que también ha conectado a la red la planta Fundación, de 90 MW, en el departamento de Magdalena.
Otro proyecto destacable, ubicado en el departamento de Córdoba, es La Unión, de 100 MW, de la española Zelestra, empresa conocida hasta junio pasado como Solarpack, que también ha dado curso a la planta solar La Mata, de 80 MW, en el departamento del Cesar.
Con estos ingresos, la fotovoltaica pasa a ocupar un 6,14% de la matriz energética de Colombia, en donde sigue liderando la hidráulica, con el 63,65%, seguido las fuentes de generación con base fósil, con 29,27%.
De los más de 500 MW que están fase de pruebas sobresale evidentemente la planta Guayepo, en el departamento de Atlántico, que, una vez conecte sus 370 MW a la red eléctrica, se transformará en la mayor instalación fotovoltaica del país
Comunidades Energéticas
Territorialmente, Colombia es un país de marcados contrastes. Por un lado, esta atravesado por la cordillera de los Andes; por otro, aloja una importante porción de llanura y zonas selváticas, como la zona amazónica, por ejemplo. Además, es el único país de América del Sur con costas sobre los océanos Atlántico y Pacífico.
Valga está descripción para introducir que de los 52 millones de habitantes que tiene el país una gran parte vive en zonas aisladas, de fuerte componente rural, a la que no llega el tendido eléctrico.
Según datos recientes del Ministerio de Minas y Energía y otros estudios sectoriales, aproximadamente el 4% de la población colombiana vive en áreas sin acceso a la red eléctrica. Esto se traduce en aproximadamente 1,9 millones de personas distribuidas en zonas rurales y aisladas del país.
En ese marco, deben destacarse la acción emprendida por el Fondo de Energías No Convencionales y Gestión Eficiente de la Energía (FENOGE) en las llamadas Zonas No Interconectadas (ZNI) con el impulso de comunidades energéticas con base híbrida fotovoltaica y diésel.
Existen hasta la fecha 28 comunidades energéticas en todo el país, mayormente en municipios con grupos poblacionales indígenas, otros municipios están incluidos en los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), un instrumento que busca impulsar el desarrollo económico, social y ambiental en zonas del país afectadas por el conflicto armado interno. El PDET abarca un 36% del territorio colombiano e involucra a casi 7 millones de personas.
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