¿Quiere actualizarse o prefiere quedarse rezagado?

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A día de hoy y en el ámbito solar afrontamos esta inevitable pregunta. Los cambios constantes en el sector obligan a los involucrados a anticiparse al juego y adaptarse.

Los cambios se producen en cada aspecto de las instalaciones solares, y el entorno presenta cada vez más desafíos. Por ejemplo, en cuanto a la escala, las instalaciones están alcanzando tamaños antes inconcebibles: han pasado de megavatios a gigavatios, y se extienden más allá de lo que el ojo humano alcanza a ver. Una imagen hipnótica no ausente de problemas; desde el diseño y construcción de las instalaciones, a las muy exigentes operaciones de mantenimiento que necesitan.

El cada vez mayor tamaño de los proyectos impacta en su ubicación. Estas gigantescas extensiones llevan a que la gran mayoría de los proyectos a gran escala se construyan en regiones remotas y áridas. En esta «tierra de nadie», todo lo necesario para mantener funcionando un proyecto solar cuesta el doble de conseguir, desde la escasez de mano de obra hasta la ausencia de recursos hídricos. Además de estas dificultades insalvables, sucesos imprevisibles como la pandemia de Covid-19 harán que cualquier concepción preestablecida se tambalee, e impondrá limitaciones que afectarán a todos los productores de energía independientes.

Existe además otro factor imprevisible en la ecuación: el medio ambiente, cuyos cambios no pueden calificarse de positivos. Los cambios climáticos radicales devienen en enormes tormentas de polvo, un incremento de las temperaturas y fuertes lluvias que vuelven aún más complicado el mantener rentable una instalación solar a gran escala.

El intento de adaptación a este entorno cambiante incrementa la complejidad estructural en las instalaciones solares, y la alta demanda de energía fotovoltaica lleva a desarrollar proyectos en terrenos no ideales. Los desarrolladores necesitarán hacer concesiones en los terrenos seleccionados, lo que da lugar a una mayor necesidad de movimiento de tierras, de adaptase a terrenos irregulares y sus pendientes, y de utilizar tecnologías para maximizar la capacidad energética. Por ejemplo, tendremos instalaciones combinando estructuras de inclinación fija con seguidores, y tener diferentes tipos de estructura ocasionará un incremento de los costes de operación y mantenimiento (O&M).

Independientemente de la estrategia que se escoja para abordar los desafíos, no cabe duda de que cada una de las etapas de un proyecto solar incrementa su coste. La única manera de superar estos crecientes desafíos es la adopción de nuevas tecnologías y automatización. Este es el único camino para continuar la evolución en el ámbito solar, como en cualquier otra industria.

Hoy en día, observamos que automatizar instalaciones solares es algo casi imprescindible para los productores de energía independientes, aunque únicamente automatizar quizá no sea suficiente. En el mercado existen diversas soluciones para ejecutar dicha automatización en procesos que van desde la construcción, despliegue, seguridad y toma de decisiones, hasta la limpieza robótica. Sea cual sea la solución que se adopte, esta tendrá que ser suficientemente ágil para abordar las necesidades cambiantes de cualquier instalación solar.

Puede ser costoso y difícil de manejar el tener una solución diferente para cada problema en la operación y mantenimiento, teniendo que adaptarlas a cada región y planta fotovoltaica. Las soluciones automatizadas, además de ahorrar tiempo y dinero en cada proyecto, deben tener la suficiente versatilidad para abordar los desafíos que cada productor de energía afronta a nivel regional y mundial.

La comprensión de estos desafíos es lo que ha llevado a Ecoppia (ECPA: TASE) a tener un porfolio de soluciones para responder a estas apremiantes exigencias. Ofrecer una solución coherente y a medida, que no represente una carga de mantenimiento adicional. Saber qué es lo que su instalación necesita, manteniendo el rendimiento de la misma al máximo, y asegurando un coste equilibrado de la energía (LCOE), no se puede lograr con soluciones simplistas. Las instalaciones solares complejas necesitan una solución integrada para afrontar los desafíos ya mencionados, y si el camino escogido es el de la implementación de robótica, necesitaremos que este robot pueda adaptarse a esos desafíos y ofrezca seguridad para todo tipo de estructuras, tecnologías y emplazamientos.

Dada la vida media de una instalación fotovoltaica, tampoco conviene adoptar un enfoque cortoplacista, por muy tentador que esto parezca en las etapas iniciales del proyecto. ¿Cuáles serían los costes adicionales que conllevaría este enfoque? Teniendo en cuenta la cantidad de las variables y la incertidumbre que planea sobre muchas de ellas, ¿podemos asegurar que el proyecto será rentable durante toda su vida útil? ¿Cómo se actualizará la solución elegida y como se comportará entonces? Estas son preguntas obligatorias cuando se estudia cualquier proyecto fotovoltaico.

La automatización es clave para no limitar el crecimiento y la rentabilidad a futuro, pero antes de elegir cuál será esa solución automatizada, debemos preguntarnos: ¿es mi elección correcta? ¿El ahorro de dinero que estamos haciendo ahora nos pasará factura más adelante?

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