Estados Unidos tuvo una influencia muy marcada en América Latina en el siglo XIX, cuando bajo la doctrina Monroe el país decidió intervenir en los asuntos de sus vecinos del sur. Aunque la intervención de Estados Unidos no haya sido siempre bienvenida por la naciones de América Latina, en la última década la forma de asistencia ha tomado decididamente un rumbo más benévolo. De hecho, a partir de 2012, varias agencias del gobierno de Washington empezaron a financiar la construcción de las primeras plantas solares de gran escala de Chile, dando así el primer impulso al mercado fotovoltaico del país latino.
El principal actor de ese proceso fue la estadounidense OPIC (Corporación de Inversiones Privadas en el Entrajero), que bajo los mandatos de Barack Obama otorgó préstamos por un valor total de 887 millones de dólares para la construcción de cinco plantas fotovoltaicas de gran escala y una hidroeléctrica entre 2013 y 2014.
Los desarrolladores de esos proyectos, sin embargo, están teniendo ahora problemas para devolver la financiación recibida y por ello se inició la auditoría el pasado año, según reveló ayer Reuters. En el artículo se afirma que tres de las cinco plantas solares son los proyectos Salvador, Luz de Norte y San Andrés, y que sus desarrolladores están encontrado serias dificultades financieras e intentando reestructurar sus deudas.
El núcleo central del problema es el riesgo que supone la venta de la electricidad. Desarrolladores estadounidenses como SunEdison, SunPower y First Solar se habían juntado con empresas españolas para realizar proyectos en el norte de Chile y aprovechar su excelente radiación solar y la posibilidad de obtener importantes beneficios derivados de los altos precios de la electricidad.
Estaba previsto que dos de las plantas que han reestructurado su deuda, los proyectos San Andrés y Salvador, vendieran la mitad de la electricidad producida en el mercado spot. Este modelo de negocio está bien establecido en la industria energética convencional, y los dos mencionados proyectos solares fueron el primer intento de la industria solar local de ponerlo en práctica.
Vender electricidad a corto plazo en el mercado spot puede ser más lucrativo que venderla a precios acordados en contratos a largo plazo, pero al mismo tiempo conlleva muchos más riesgos. Además, el gran número de proyectos fotovoltaicos que ha llegado a completarse en el norte de Chile en los últimos años ha contribuido a bajar los precios de la electricidad.
La tercera planta por la que se está reestructurando la deuda es el proyecto Luz del Norte de First Solar. Fuentes cercanas al proyecto revelan que la planta no consigue vender mucha de la electricidad que genera debido a la congestión de la red local. En el futuro se espera aumentar la capacidad, pero a corto plazo la situación no cambiará.
Según Reuters, OPIC podría perder hasta 240 millones de dólares a causa de estos problemas. La agencia, sin embargo, dijo a Reuters que espera recuperar todas las cantidades invertidas y que solo se tratará de negociar plazos de pago superiores.
Etrion ha confirmado estos datos en sus resultados financieros del último trimestre de 2016, en los que afirma claramente que el valor de la planta de San Andrés se redujo notablemente a causa de la fuerte caída de los precios de la electricidad que se prevén a largo plazo.
Tanto Etrion, que es propietaria del proyecto Salvador, y First solar, que posee Luz del Norte, han llegado a un acuerdo con OPIC para reestructurar su deuda: Etrion pospondrá sus pagos por un año y First solar ha pospuesto el vencimiento a 2037. Se desconoce cuál es el estado del préstamo que afecta a la planta de San Andrés.
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