Nadie dijo fácil: Industria en América Latina

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No es nuestra intención ofrecer un estudio de mercado completo de la producción de módulos en América Latina, sino una instantánea del sector en la región. Todos los casos reúnen las mismas características: resiliencia, dependencia más o menos acentuada de políticas nacionales, bajo o medio nivel tecnológico (con muy pocas excepciones), capacidades relativamente reducidas, alcance limitado de las exportaciones, necesidad de más automatización y falta de una producción verticalmente integrada.De hecho, producir paneles fotovoltaicos fuera de Asia, y en particular fuera de China, sigue siendo un reto para corazones fuertes, ya que la presión en los precios sigue aumentando y el nivel tecnológico de muchos productores asiáticos ha alcanzado niveles antes impensables. El cuadro general no resulta muy alentador, y más ahora que la industria china está lista para inundar los mercados mundiales con módulos aún más baratos (se dice de hasta más de un 30 %), debido a la sobrecapacidad provocada por la contracción del mercado de instalaciones fotovoltaicas prevista para este año en China como consecuencia de la reducción anticipada de los incentivos.

Reglas de contenido local, ¿imprescindibles?

Según la experiencia y conocimiento de la industria solar latinoamericana de Walter Gisler –Director Business Development (LatAm) de la empresa suiza Meyer Burger, proveedora de  maquinarias para la producción FV, la actual falta de competitividad de productores de América Latina depende según él sobre todo de políticas inadecuadas de apoyo a la industria de paneles.

“Para hacer la producción de módulos competitiva en países latinoamericanos sus respectivos gobiernos deberían aumentar los aranceles de importación en los productos chinos y sudeste de Asia y ofrecer incentivos fiscales y mejores condiciones de financiación y seguridad a quien invierte en módulos producidos localmente”, explicó Gisler. Solo gracias a reglas de contenido local más estrictas, según él, Brasil y Argentina, por ejemplo, podría seguir teniendo una industria de paneles. “Por otra parte, si en Chile, que es actualmente uno de los mercados solares más dinámicos de América Latina, aún no existen fábricas de módulos es porqué aún no hay una regulación de este tipo,” agregó él.

En cuanto a México, que todavía no tiene medidas de fomento para su industria de las renovables (pero que la podría tener pronto, según lo que pudo aprender pv magazine), Gisler dijo que Mexico es una excepcion dado a que es parte de Nafta y es considerado una puerta hacia el resto de América Latina.

México: un éxito parcial

México, cuya tradición industrial es bien reconocida, es actualmente el mayor productor de módulos fotovoltaicos en términos de capacidad de América Latina gracias a varias fábricas de productores locales e internacionales. Se trata, sin embargo, de una industria de paneles con muchas fragilidades. Según Javier E. Romero Durand, de la Asociación Mexicana de Fabricantes de Equipos Fotovoltaicos (Amfef), en la industria de módulos del país hay de todo. “Hay fabricantes nacionales como Iusasol y Solartec con muchos años de experiencia en la manufactura en México, con altos estándares de calidad y certificación, con alta automatización, así como también talleres de ensamblaje de paneles solares con producciones muy pequeñas e incluso importadores que por efectos fiscales y de comercio exterior importan paneles semiterminados y lo terminan de ensamblar en sus almacenes, sin ningún control de calidad y de eficiencia de producto”, comentó él. La falta de una Norma Oficial Mexicana para la producción y uso de paneles, sin embargo, sigue siendo el obstáculo principal al desarrollo del sector, siguió comentando Romero Durand. Según él, además, varias nuevas tecnologías fotovoltaicas como 5 Bus-Bar, diseño vidrio-vidrio, PERC o los paneles bifaciales se están actualmente introduciendo en la industria del país, pero sin la introducción de políticas de apoyo a la industria, todos los esfuerzos en esta dirección podrían ser inútiles. “El panel mexicano sigue siendo muy competitivo respecto a los chinos, al menos en lo que respecta al segmento de generación distribuida en donde el mercado nacional tiene una participación de aproximadamente el 40 %. La capacidad de producción de las fabricas nacionales podría fácilmente cubrir cuatro veces la demanda nacional en GD,” afirmó.

Producto nacional

Uno de los dos productores locales mencionados por Romero Durand, Iusasol, es una filial del grupo industrial mexicano lusa que produce módulos solares en su fábrica ubicada en el Complejo Industrial Pastejé, en el municipio de Jocotitlán, en el estado de México. La planta es una de las más grande del país con más de 500 MW de capacidad anual. Sin embargo, la tasa de utilización de dicha capacidad actualmente es de un poco menos de 100 MW, ya que, según dijo a pv magazine el director general de Iusasol, Jack Kahan, el mercado hasta el fin de la primera mitad de 2018 estuvo bajo la amenaza del pedido de amparo de la CFE, que habría perjudicado el desarrollo de la generación distribuida. “Ahora que ya no hay peligro de que se aprueben medidas contra la GD, estamos poco a poco aumentando la utilización de la capacidad”. La fábrica produce sobre todo módulos para proyectos residenciales, comerciales e industriales, aunque la empresa no descarta que se puedan utilizar para grandes parques solares.

En cuanto a Solartec, su fábrica está localizada en Guanajuato en el estado homónimo y tiene actualmente la misma capacidad que cuando fue inaugurada, 100 MW. De esta capacidad, sin embargo, solamente se está utilizando un 60 %, según dijo a pv magazine Rafael Gallardo, gerente comercial de la empresa. Los paneles producidos en la fábrica, destinados por la mayor parte a proyectos de GD, se venden en México (90 %), Estados Unidos (5 %), Centro y Sudamérica (5 %).

Otro productor mexicano es ERDM Solar, que inauguró su fábrica en San Andrés Tuxtla, en el estado de Veracruz, en 2007. La capacidad anual de la fábrica, que inicialmente era de apenas 30 MW, es ahora de 200 MW. Sin embargo, también para esta planta la tasa de utilización actual es de un 40 %. La empresa produce módulos basados en células monocristalinas de tipo “n”.

Saya Energy fabrica sus módulos en Blanco Jesús María, en el estado de Aguascalientes. Su fábrica tiene actualmente una capacidad anual de 100 MW, pero la empresa quiere ampliarla a 535 MW en enero de 2019, un plan muy ambicioso del que no nos han proporcionado más detalles. La empresa produce actualmente mono-, policristalinos y módulos bifaciales, y utiliza aproximadamente un 80 % de su capacidad.

Otro productor activo es Solarsol, con 20 MW de capacidad, ubicado en Mérida, en el estado de Yucatán. La fábrica produce de momento módulos mono PERC, con células importadas de Taiwán, al 55 % de su capacidad. “Los paneles se comercializan en el mercado nacional, principalmente en la península de Yucatán, por la cercanía a la fábrica pero se hacen envíos a todo el país,” dijo un representante de la empresa a pv magazine.

Solarvatio, ubicado en San Felipe del Agua, en el estado de Oaxaca, tiene una capacidad de 5 MW. Su fábrica produce módulos monocristalinos de 16 W hasta 390 W de cinco búsbars, el 80 % de los cuales se utiliza en los proyectos de GD que lleva a cabo la misma empresa.

Finalmente, supimos de otro productor en Tepei del Río, en el estado de Hidalgo: Solarever, de cuya producción no tuvimos más detalles a cierre de redacción.

Dos extranjeros en México: SunPower y Kyocera

Dos fabricantes internacionales han instalado hasta la fecha sus plantas de producción en México: una sin mucha suerte, la japonesa Kyocera, y una con éxito, la estadounidense SunPower, cuyo accionista de mayoritario es la petrolera francesa Total.

SunPower abrió su fábrica de Ensenada, en el estado de Baja California, en 2011. Aunque no nos han proporcionado datos sobre su capacidad, en 2016 la empresa habló de 400 MW, y en una nota de abril de ese mismo año, se mencionaba 1 GW. La empresa había informado en varias ocasiones querer aumentar la capacidad de la planta, en la que se producen paneles de las series X y E utilizando células solares SunPower y módulos de serie P, más barata pues las células son suministradas por terceros. La capacidad actual del grupo a nivel global es de 1,9 GW, lo cual significa que la fábrica mexicana representa por los menos un cuarto de esta capacidad.

A pesar de la alta calidad tecnológica de los productos de SunPower, el futuro de la fábrica de Ensenada, más que a las dinámicas económicas y políticas de México, está estrechamente vinculado al de la empresa, que está sufriendo muchísimo la competencia china y asiática debido a los precios de sus módulos que, comparados con los de bajo coste, siguen siendo altos. Ahora el productor está a punto lanzar al mercado su nueva tecnología NGT y ha adquirido la fábrica estadounidense de la alemana SolarWorld, lo cual parece indicar una expansión de sus actividades de producción. Su situación financiera, sin embargo, no es muy brillante. En 2017, la empresa tuvo pérdidas superiores a los 1.000 millones de dólares, más del doble de las registradas en 2016. A pesar del respaldo de su poderosa casa matriz, la situación general del productor estadounidense es complicada.

Por su parte, la japonesa Kyocera anunció en el noviembre de 2016 el cierre de sus líneas de producción de paneles de Tijuana, Baja California, en la frontera con Estados Unidos, doce años después de su inauguración. La empresa dijo a pv magazine que tal decisión se tomó de acuerdo con el reajuste de su estrategia debido a las tendencias del mercado (léase la competencia asiática), que contemplaba la concentración de su producción en Japón. La capacidad de la planta, que inicialmente era de apenas 25 MW, fue aumentada a 150 MW en 2011. Kyocera no ha querido dar información sobre la capacidad que tenía la fábrica en el momento de su cierre.

A pesar de que la administración Trump aprobó en enero la aplicación de aranceles, la medida no parece preocupar mucho al sector, ya que, según el director ejecutivo de la Asociación Nacional de Energía Solar (ANES) de México, Víctor Florencio Ramírez Cabrera tendrá un impacto muy limitado. “De hecho, solo una mínima parte de los módulos que se producen en México llegan a Estados Unidos, mientras que la mayoría de ellos se comercializan en el país o en otros mercados de América Latina”, afirmó.

No obstante, resulta evidente que la industria solar en México tiene ante sí un indudable potencial de crecimiento así como muchos desafíos.

A principio de julio, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) desistió sobre el amparo contra las Disposiciones Generales de Distribución por parte de la Comisión Reguladora de Energía (CRE), que permiten al usuario recibir el pago del excedente de energía que pone a la venta bajo un esquema de medición neta al sistema operado por CFE. Esta medida dará un fuerte impulso a la generación distribuida de fuente solar y el autoconsumo en el país norteamericano, echando una mano así también a los productores locales, que miran con más interés a este segmento que al de los grandes parques solares, para ganar más cuotas de mercado.

Made in Brasil

La primera economía de América Latina también cuenta con una industria propia de paneles amparada por unas reglas que favorecen los productores locales. Aunque no existe una cuota mínima de contenido local ni para los grandes proyectos seleccionados en la subastas, ni para los de generación distribuida (hasta 5 MW), de hecho, actualmente los desarrolladores de proyectos que utilizan módulos Made in Brasil tienen acceso a la financiación del banco de desarrollo brasileño, el poderoso BNDES, así como a la de otras instituciones financieras gubernamentales que proveen fundos especiales para el mercado bajo diferente condiciones y en moneda local, eliminando así los riesgos de cambio.

Según dijo a pv magazine el presidente de la asociación solar brasileña ABSOLAR, Rodrigo Sauaia, este apoyo financiero es muy importante para que los proyectos se lleven a cabo, debido a los altos costes del dinero en Brasil. “El BNDES tiene un plano progresivo de nacionalización para el sector FV, que ahora impone el uso de módulos producidos localmente, pero que en un futuro próximo también podría incluir a los inversores,” comentó.

Hay sitio para todos

La chino-canadiense Canadian Solar es actualmente el mayor productor de Brasil gracias a su fábrica de ensamblaje de paneles de 360 MW en Sorocaba, en el interior del estado de Sao Paulo, que se inauguró en octubre de 2016 con el apoyo de la Agencia de Promoción de Inversiones y Exportaciones del Gobierno del Estado de Sao Paulo (Investe Sao Paulo) y de la Agencia Brasileña de Promoción de Exportaciones e Inversiones (Apex-Brasil).

Según ha informado la empresa a pv magazine, la planta produjo apenas 16 MW en 2016, cuando su capacidad era de 60 MW, 348 MW en 2017 y aproximadamente 150 MW en la primera mitad de este año. La fábrica manufactura los paneles MaxPower CS6U, IEC 1000V/1500V, con células solares suministradas por la china CSI Central Solar Power Co., Ltd. El acceso a la financiación del BNDES está indudablemente contribuyendo al éxito de esta fábrica, ya que Canadian Solar no solamente fue la primera entidad en asegurarse un préstamo del banco para un proyecto solar seleccionado en una de las subastas del gobierno brasileño, sino que ha tenido una gran representación en las cinco subasta que se han celebrado hasta la fecha. En la última, concluida en abril, se ha asignado 364 MW, y en la anterior, de diciembre de 2017, los proyectos asignados a la empresa sumaron 112 MW. En las primeras tres licitaciones celebradas entre 2014 y 2015, Canadian Solar se hizo con un total de 346 MW. La capacidad total es de 822 MW, una cuota consistente del mercado solar brasileño, que en todas las subastas ha asignado contratos de más de 4 GW de proyectos fotovoltaicos. Y, por si fuera poco, según un reciente informe de la consultora brasileña Greener, Canadian Solar tiene la mayor cuota de mercado en el segmento de la generación distribuida de fuente solar, o sea un 62 %.

El grupo chino BYD, que dispone de certificación de contenido local de sus módulos por parte del BNDES, también construyó su fábrica de paneles en Sao Paulo con el apoyo de Apex-Brasil. Inaugurada en abril de 2017, la planta tiene actualmente una capacidad anual de 280 MW, frente a 200 MW de su apertura. No obstante, la empresa ha informado a pv magazine de que la capacidad actualmente utilizada es del 70 %. La fábrica monta actualmente solo paneles policristalinos con células de 5 búsbars producidas por BYD en China, pero a partir de agosto debería empezar a producir también módulos de doble vidrio policristalinos y paneles monocristalinos con tecnología PERC. No obstante, no se conocen las actuales cuotas de mercado de la empresa en Brasil u otros países latinoamericanos.

Otra empresa productora es Pure Energy, una filial del grupo brasileño Cerutti, cuya fábrica está en el Pólo Industrial Multifabril José Aprígio Vilela, en el municipio de Marechal Deodoro, en el estado de Alagoas. Inaugurada en febrero de 2017, también tuvo acceso al apoyo financiero del BNDES. Según un documento publicado por el Ministerio de Industria brasileño en abril de este año, la fábrica tiene una capacidad de 310 MW.

Según el mismo documento, otro productor activo es Globo Brasil, que opera una fábrica de 180 MW en Valinhos, en el estado de Sao Paulo, inaugurada en 2015. El ministerio indica, además, como productores listos para empezar la producción en la segunda mitad de 2018 a Bafar Solar, que quiere abrir de una planta de producción de 30 MW en Paranavaí, en el estado de Paraná; S4 Solar, que planea una planta de 150 MW en Cabo de Santo Agostinho, en el estado de Pernambuco; Octagon Solar con una fábrica de 100 MW en Cláudio, en Minas Gerais; Viv Solar, con 25 MW de capacidad en Entre Rios, Bahía; y el grupo chino Chint, que planea desde hace tiempo una fábrica de 200 MW en Etremoz, en Rio Grande do Norte. Otro productor que descubrimos en nuestra búsqueda es la Empresa de Energia Solar de Minas Gerais (Minasol), que tiene su fábrica en Guaxupé, en Minas Gerais. Actualmente desconocemos, sin embargo, los detalles de su producción.

Pensando a lo grande

A pesar de que el cuadro de los fabricantes brasileños que acabamos de presentar no da la idea de una industria consolidada y con un futuro asegurado, al país hay algo que no le falta: ambición. Junto con el vecino Paraguay, está planeando un proyecto industrial de gran envergadura: la construcción de la una fábrica de módulos fotovoltaicos verticalmente integrada de 1,7 GW, la planta Green Silicon. El Ministerio de Energía y Minas está ahora analizando el proyecto que está involucrando entidades muy importantes: los promotores del proyecto, que son la eléctrica brasileña-paraguaya Itaipu y la asociación industrial del estado brasileño de Paraná FIEP, y los institutos de investigación alemanes Fraunhofer IPA, Fraunhofer ISE, ZSW y la consultora independiente Viridis-iq, quienes realizaron el estudio de viabilidad. El proyecto también cuenta además desde 2013 con el apoyo de la asociación industrial alemana Solar Cluster Baden-Württemberg, con sede en Stuttgart.

La producción cubriría toda la cadena de valor, desde la producción de silicio hasta la fabricación de módulos solares, y se ubicaría junto a una planta de energía hidroeléctrica que cuenta con la producción de energía anual más alta del mundo, la presa de Itaipú, que se encuentra en Paraná, cerca de la frontera con Paraguay. “La ubicación cerca de la planta de Itaipu tiene muchas ventajas: costos de electricidad baratos, alta disponibilidad de electricidad y agua, costos laborales más bajos en Paraguay, sin aranceles para importaciones o exportaciones entre Paraguay y Brasil,” explicó a pv magazine Andreas Püttner ,de ZSW, que participó en el estudio de viabilidad. “La planta de energía de Itaipu hará posible producir módulos fotovoltaicos ‘verdes’ en toda la cadena de valor,” añadió. Según Püttner, además, el estudio ha recomendado localizar la producción de polisilicio en Paraguay, mientras que la de obleas, células y paneles debería localizarse en lado brasileño. “El estudio ha concluido que es técnica, económica y socialmente posible establecer una producción FV integrada en Brasil,” comentó Püttner. “El tamaño del proyecto podría fortalecer la economía de ambos países debido a la participación en el mercado fotovoltaico de rápido crecimiento. El tamaño de la producción, sin embargo, no debe exceder la capacidad del mercado regional,” concluyó. La última comunicación del gobierno sobre el proyecto tuvo lugar en enero con el anuncio del estudio de viabilidad.

Argentina: promesas sin cumplir

La industria solar argentina tiene un tamaño limitado si lo comparamos con las de Brasil y México. Según la información que pudimos obtener, son actualmente tres los productores que disponen de una fábrica. El primero y más importante es la empresa estatal Energía Provincial Sociedad del Estado (EPSE) de la provincial de San Juan, que abrirá su planta de 71 MW ya construida en el segundo semestre del 2019. La línea de producción corre por parte de la alemana Schmid, con la cual se firmó el primer contrato de suministro en 2013. El proceso de aprendizaje, por otra parte, inició hacia 2008 con el proyecto de la primer planta piloto solar de 1,2 MW ampliada a 1,7 MW, que se terminó de instalar en 2011. A pesar de la capacidad limitada, la planta, cuando entre en operación, se convertirá en la primera fábrica verticalmente integrada de América Latina, ya que producirá lingotes de silicio, obleas, células y paneles. El éxito de la fábrica parece, por ahora, asegurado por los proyectos que EPSE pudo asegurarse a través de las licitaciones del programa RenovAr para proyectos de renovables de gran tamaño. El retraso con el cual se esta realizando el proyecto, sin embargo, indica claramente que el negocio de la producción de módulos en Argentina tiene que enfrentarse con muchos desafíos.

Otro productor es LV Energy, ubicado en San Luis, en la provincia de Cuyo. La empresa tiene capacidad actual de 25 MW, pero se prevé alcanzar los 100 MW a partir del 2019, según dijo un portavoz del fabricante a pv magazine. “La capacidad productiva no se está aprovechando por completo debido a que el sector se encuentra todavía en una fase de desarrollo,” añadió. La fábrica produce paneles policristalinos con células chinas y taiwanesas y con maquinaria que viene de Italia y Finlandia, mientras que su upgrade se hará con equipamiento italiano y español. La mayoría de los paneles se suministra a entes públicos y a pequeñas y medianas empresas.

El fabricante Solartec SA, que no tiene nada que ver con el productor mexicano antes mencionado, produce paneles desde 1986, así como otros componentes como reguladores de carga, inversores, baterías y estructuras para módulos enfocados al sector rural en su fábrica de La Rioja, en la provincial homónima. A la fecha de impresión de esta edición, no pudimos obtener más información.

Según Marcelo Álvarez, el presidente de la Cámara Argentina de Energías Renovables (CADER), a parte de las ante citadas, no hay otros proyectos con perspectivas de llevarse a cabo por ahora en Argentina a pesar de los varios anuncios que se hicieron en los años pasados. Actualmente la legislación argentina otorga una serie de beneficios fiscales a los proyectos que utilizan módulos Made in Argentina. Estas reglas, que se han modificado recientemente para que el solo laminado local signifique el 100 % de componente nacional, no parecen, sin embargo, haber generado las condiciones para una industria de perfil internacional y de alto nivel tecnológico.

Conclusión

De la instantánea que acabamos de tomar se desprende que hay actualmente dos pesos pesados, Brasil y México, con más de 1 GW de capacidad en operación cada uno, aunque no la utilicen al completo; y un peso ligero, Argentina, que desde hace años, intenta con un éxito limitado fomentar una industria propia. Con la sola excepción de Cuba, que tiene una línea de producción de 25 MW con la cual ensambla los paneles para su plan solar de 700 MW, no hay de momento otros países de América Latina que estén ni siquiera planeando la creación de nuevas fábricas.

A la industria de paneles de América Latina como conjunto se siguen faltándole economías de escala, un perfile internacional y claras perspectivas de crecimiento. Sin embargo, el hecho de que sigan en pie productores nacidos hace más de una década y que nuevos actores locales e internacionales acaben de abrir sus fábricas o estén a punto de hacerlo demuestra que, aunque no sea fácil, fabricar paneles fuera de China no es imposible.

Nota: este artículo pertenece a la edición impresa de la revista para América Latina que se publica una vez al año, y fue redactado en julio con los datos disponibles entonces. Les agradecemos que nos informen de todas las empresas fabricantes de componentes solares, así como de modificaciones en los datos, lugares o correcciones.

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