Un estudio de la organización medioambientalista WWF-Brasil muestra que un programa robusto de transición acelerada de fuentes fósiles a solar fotovoltaica se traduciría en una ahorro de 150.000 millones de reales (36.511 millones de dólares) en un plazo de cinco años.
Según el estudio, Brasil ha contratado 40 teravatios hora anuales de fuentes térmicas para paliar la crisis hídrica del país, lo que supone un costo promedio de 34.000 millones de reales anuales (8.275 millones de dólares) solo en incentivo financieros, al tiempo que “empaña la reputación” de una de las matrices energéticas más limpias del mundo. El objetivo de WWF es que en ese plazo, la fotovoltaica represente el 7 por ciento de la matriz eléctrica brasileña frente al 0,01 por ciento actual.
En el informe “Mecanismos de soporte para la inserción de la energía solar fotovoltaica en la matriz eléctrica brasileña: modelos y sugerencias para una transición acelerada”, los medioambientalistas indican que es posible sustituir esos 40 teravatios hora con generación solar distribuida en un plazo de cinco año usando los mismos incentivos financieros que se aplican a las termoeléctricas. En opinión de WWF, subsidiar la generación fotovoltaica distribuida es ocho veces menos costoso que subsidiar las térmicas.
“Alguno de los mecanismos que defendemos para esa transición acelerada es el mantenimiento de las licitaciones específicas para la fuente solar y la promoción de la generación distribuida”, explica André Nahur, coordinador del Programa de Cambio Climático y Energía de WWF-Brasil.
WWF propone una acción continuada de promoción del autoconsumo con vertido de excedente a red. Una de las barreras actuales para su desarrollo son los obstáculos fiscales y la falta de financiación, por lo que pide líneas diferenciadas de financiación con intereses al 6 por ciento anual, así como exoneración de impuestos.
La presentación del informe de WWF-Brasil coincide en fechas con el nuevo objetivo marcado por Brasil de reducir el 37 por ciento de sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2030. La presidenta brasileña Dilma Rouseff dio un paso más allá en la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible el pasado domingo en la ONU, donde indicó que Brasil tiene la ambición de alcanzar incluso el 43 por ciento de reducción de emisiones en 2030. Rouseff sigue confiando en la hidráulica para alcanzar esa meta, tecnología a la que estima genere el 66 por ciento de la electricidad brasileña a esa fecha. La presidenta calcula que la generación con sol, viento y biomasa llegue a alcanzar el 23 por ciento. (Redacción)
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